Este es mi monstruo Un monstruo que hace de manicomnio

viernes, 3 de junio de 2016

Dos palabras

Con sólo dos palabras tu mundo entra en un huracán maldito: está perdido.
Todo pierde su lógica, su importancia y su lugar en tu mundo. Todo se mueve demasiado rápido y demasiado lento a la vez, siendo cada segundo una eterna tortura entre la esperanza y la desesperanza. Ya nada importa, sólo las dos palabras que ansías escuchar.
Al principio intentas hacer tu vida, te dices que no pasa nada, que no importa, pero al poco rato te das cuenta de que sí pasa, de que esas palabras no llegan. Comienzas a estar presionado entre lo que se supone que debes hacer y lo que realmente debes hacer hasta que simplemente mandas todo a la mierda para ayudar a que lleguen esas palabras. Corres a todas partes, porque todo pasa demasiado lento y sientes que si te demoras siquiera medio segundo esas palabras van a retrasarse aún más.
Vas, ayudas, gritas, corres, aguantas y nada. Vuelves porque no hay nada que puedas hacer, aunque te encantaría poder, e intentas dejar de pensar en ello o al menos decirte que esas palabras llegarán, pero no puedes. Intentas dormir, pero cambiarse de ropa es estúpido y taparse también, así que no lo haces. Hay cosas que hacer, así que al par de horas te levantas para hacerlas y en el camino sólo le ruegas al mundo que alguien diga esas dos palabras, pero nadie las dice.
Vuelves a dormir y a primera hora despiertas. Intentas levantarte bien, bañándote y vistiéndote adecuadamente, pero sigues considerándolo estúpido. Vuelves a ir, buscas hasta el cansancio y aún así podrías seguir por mil vidas más con tal de poder decir esas dos palabras. Te detienes porque el camino no te deja seguir y vuelves a un lugar semi civilizado y, por fin, llegan esas dos hermosas y horribles palabras: lo encontramos.