Este es mi monstruo Un monstruo que hace de manicomnio

miércoles, 27 de mayo de 2015

El perdón

Hay dos problemas con no perdonarse a uno mismo. El primero es que nunca podrás ser feliz hasta que lo hagas, pero hay uno peor.
Todos dicen que nadie podrá quererte si no te quieres a ti mismo, pero eso no es verdad. Muchas veces se quiere a alguien que no se quiere a sí mismo. Yo lo he hecho, varias veces. El problema real con no quererse a sí mismo es que dañas a quienes te quieren.
Es doloroso, muy doloroso, ver a alguien que quieres destruyéndose a sí mismo y negándose la posibilidad de ser feliz. Y muchas veces, esa negación involucra un castigo, y éste termina en alejarte de quienes más quieres. Pero adivina qué, esas personas suelen ser quienes más te quieren, entonces ese castigo no es sólo para ti, sino también para ellas. Al no perdonarte dañas a quienes te quieren.
Debes perdonarte. Tómate todo el tiempo que quieras para ello, pero hazlo. No sólo por ti, sino también por quienes te quieren.


Inexplicable

Eres increíble.
No estás en mi vida y estoy bien con ello. Creí que no existías más y lo acepté. Creí que nunca volverías a mi vida y aprendí a vivir y estar bien con ello. Pero me muestras un pedazo de ti, del tú que solía ser mío, y ese pequeño pedazo hace que me sienta más en mi hogar que cualquier otra cosa.
No soy tan ingenua como para pensar que volverás a mi vida y estoy bien con ello, pero me impresionas. Cómo lo haces? Cómo, después de tanto tiempo lejos, puedes sentirte más como mi hogar que cualquier otra cosa?
Eres increíble.
Me gustaría ser así para alguien más.

jueves, 7 de mayo de 2015


Efimeridad

Conoces esos flash backs que te dan? Esos que salen de la nada, que simplemente quisieron salir y se aparecen por dos segundos en tu cabeza y luego se van? Bueno, acabo de tener uno, uno muy cruel.
Recuerdas cuando nos conocimos? Recuerdas que unos años después volvimos a ello, porque era una especie de honrar a ese momento? Bueno, lo recordé. Y duele. Duele haber creído que siempre estaríamos al lado del otro y saber que ya no lo estamos y que probablemente no lo estemos nunca más. Es cruel. Cómo pudimos haber sido esos niños y ahora ser estos adultos?
Odio habernos hecho todas las promesas que nos hicimos, tanto entre nosotros como a nosotros mismos, y que todas esas promesas signifiquen nada, que todo se haya hecho polvo. Duele haber estado tan segura sobre algo y que ese algo se haya desintegrado. Duele recordar todas las veces que te dije que teníamos todo el tiempo del mundo y ahora saber que era mentira, que no tenemos tanto tiempo, que no tuvimos tanto tiempo. Duele saber que algo que se supone que sería para siempre resulta haber sido por un rato y que ya haya acabado.


Carnaval del terror

Viví un carnaval. Un carnaval de pena, tristeza y soledad. Un carnaval de miedo y melancolía. Un carnaval horrible que no dejaba de crecer, ya que me convertí en alguien que no era y eso sólo lo alimentaba. La soledad llamaba a más soledad y la tristeza a más tristeza. Era desmesurado. Era cruel, despiadado.
Mi vida fue un carnaval, pero logré derrotarlo y dejarlo atrás, lo superé.
Mi vida fue un carnaval y luego volví a ser yo.


De Arcadia y elegías

Entonces soy una elegía? Estuve en la Arcadia y morí en ella, lo soy.
Pero hay un problema, ya no lloro por mi muerte. La lamento, sí, incluso a veces extraño a mi Arcadia, pero ya no lloro. Ya no soy una elegía. O, al menos, intento dejar de ser una. Cada día lo soy menos.
Voy camino a la Arcadia de nuevo. Dejaré de ser una elegía.