Me has demostrado que no hay nada en ti que valga la pena, y
eso es lo único que alguien puede hacer para que lo saque de mi vida. Decidiste
matar al niño hermoso que existía en ti y te convertiste en este imbécil que no
vale la pena. Que está lleno de odio, que busca hacer daño, que no quiere ver
con claridad, que no importa cómo lo haya tratado siempre, deja que el dolor
nuble su juicio y no vea claramente.
Eres un imbécil.
Me eliminas de tu vida sin piedad. Borras años maravillosos
por un poco de tiempo malo. Borras a quien dijiste era la persona más
importante que tenías. Haces todo ello y no sabes su mitad de la historia. No
sabes el infierno por el que pasó. No sabes todas las noches que lloró hasta
dormirse. No sabes la desesperación que tenía por olvidar de tanto dolor que
estaba pasando. No sabes lo mucho que necesitaba hacer cosas, porque así no
podía pensar, y si no pensaba no recordaba que su vida era una mierda porque no
estabas. No sabes de sus ataques de pánico, de su insomnio, de su falta de
apetito, de su falta de autoestima, de su falta de fe en la vida y el mundo, de
su soledad. No sabes de lo poco que se reconocía a sí misma y a quienes la
rodeaban, a su mundo, porque tú ya no estabas ahí. No sabes cómo se aferró a la
cordura con todo lo que tenía para no morir en el intento de vivir. No sabes
los lugares oscuros en los que estuvo. No sabes lo dependiente que se había
vuelto de ti. No sabes una mierda de su vida en los últimos meses.
Eres un imbécil.
No sabes una mierda y la juzgas. En vez de ver que tú
cometiste la misma cantidad de errores que ella, crees que tú hiciste todo bien
y ella es una mierda y merece lo peor. Buscas hacerle daño de la peor manera,
cuando tú no moviste un dedo por mejorar las cosas y ella sí, varias veces.
Exiges y crees que ella tiene que darlo todo mientras tú estás sentado
llorando. Pues, adivina qué, ella no tiene por qué hacerlo.
Eres un imbécil.
Me has demostrado que no eres quien solías ser, que no hay
nada que vale la pena en ti. Gracias. Me liberaste. Ya no me pregunto cómo
sería estar juntos, ya no creo que estaría mejor contigo, ya no creo que te
debo algo ni necesito serte fiel. Tú elegiste matar al niño hermoso que había
en ti, en cambio yo elegí revivir a la chica que había en mí, la chica que
siempre he sido, la chica de la que estoy malditamente orgullosa. Elegiste
matar lo bueno en ti y probablemente me culpes, pero es culpa tuya, es una
decisión que tú tomaste, y ya no hay nada que quiera de ti.
Eres un imbécil.
Gracias. Ahora puedo dejarte ir y volver a ser yo, volver a
hacer mi vida y volver a ser feliz. Ya no te espero. Ya no muero sin ti. Ya no
sueño con una vida contigo. Ahora soy quien amo ser. Ahora soy yo.
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